Un amor como éste, practicado por el marido en el hogar no solamente tendrá a la esposa sujeta, porque la mujer que se siente amada y comprendida jamás reflejará rebeldía, además los hijos aprenderán con hechos, de cómo amar a su madre, hermanos, amigos, y posteriormente a su futuro cónyuge.
Los maridos debieran recordar que su esposa es su compañera no su propiedad. El amor que Dios demanda del hombre hacía la mujer, no es sólo un sentimiento, sino una serie de conductas por lo que el marido no debe buscar su propia comodidad sino, siguiendo el ejemplo de Cristo, debiera tratar a su esposa como "coheredera de la gracia divina".
Dios hizo a la mujer distinta al hombre por lo que el marido no debe medir a su esposa desde el punto de vista masculino, debe aceptarla como DIOS la hizo. La mujer tiene cambios emocionales por sus variaciones hormonales cíclicas. Los días antes de su período, tiene retención de líquidos y se vuelve más irritable, hay depresión y nerviosismo y dolores de bajo vientre. Tal vez estos síntomas no sean en todas, pero sí en muchas. Necesitan más muestras de ternura y comprensión, no en vano el apóstol Pedro dice; "...maridos,...vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer, como a vaso más frágil..." 1° Pd.3:7. En el embarazo la mujer debe adaptarse a los cambios en su organismo y diversos malestares, luego nace el bebé y surgen los cuidados intensos, pero esto no debe ser tomado como que se ha olvidado de su esposo, en ese momento tiene una fuerza que supera: es la de ser madre. Por ello el esposo cristiano debiera entregar su vida en servicio amoroso a su esposa para amarla, ayudarla y compartir con ella todo lo que se relaciona con él, algunos hombres piensan que sus asuntos, no son asuntos de su esposa. En todo este menester en el hogar, hay pequeñas vidas que están observando para luego accionar en un mundo donde la mujer es violentada en diversas formas, y en donde los individuos no obedecen reglas. Es aquí donde los niños aprenderán lo que es amar y obedecer.